Las aplicaciones de citas se desploman

Las aplicaciones de citas bajan en popularidad

Varios periódicos nacionales se han hecho hoy eco de una, no poco llamativa, noticia: ‘Las aplicaciones de citas se desploman, ejemplo de ello son Tinder y Bumble‘. Los factores que afectan a este modelo de negocio son variados y complejos. En primer lugar, la saturación del mercado, que desde un inicio exitoso y tras un fortísimo auge durante la pandemia, se ha llenado de propuestas  similares con distintos matices: igualitarias, apss para dar más control a las mujeres, orientadas a relaciones duraderas, para búsqueda de relaciones homosexuales, etc. Para los usuarios de este tipo de aplicaciones, saber cuáles funcionan mejor se vuelve una cuestión muy compleja, y en cierto modo, artificiosa.

Pero más allá de la saturación del mercado, existe un problema general: el dilema que se encuentran los usuarios de estas aplicaciones, es que si la app hace bien su trabajo, terminan abandonándola. Así, un número no pequeño de usuarios dejan de usar este tipo de apps todos los meses simplemente porque han encontrado pareja estable. Esto las hace cada vez más interesantes para aquellos con otro tipo de intereses, perfectamente legítimos, pero más centrados generalmente en el sexo casual.

Generación Z

Por otro lado, existe otro problema estructural de tipo generacional que también ha conllevado un descenso en la demanda: la llamada Generación Z parece, cada vez más, ver este tipo de apps como algo viejo, humillante o incómodo. Esto limita el crecimiento en esa franja de edad, muy necesaria para mantener la vitalidad de estos servicios. Para la Generación Z, la idea de buscar relaciones entre sus amigos y conocidos parece más atractiva que la de aventurarse en un entorno en el que las cosas dependen de un algoritmo. Además, como hemos ido comprobando últimamente, este tipo de aplicaciones se está convirtiendo en un nicho para la ciberdelincuencia. 

Debido a estos factores, nos encontramos cada vez más con aplicaciones de citas, como Tinder o Bumble, que se desploman y que muestran fortísimas caídas en su valoración, forzando cambios o incluso la salida de sus fundadores. Estos factores dejan en evidencia que si el crecimiento de una compañía depende de factores que la misma no puede controlar, los mercados financieros no son el mejor sitio para ella. Esos mercados se mueven fundamentalmente por la facturación, pero también por las perspectivas de crecimiento, algo que estas apps no parecen estar siendo capaces de garantizar (de hecho, han decrecido en su número de usuarios de pago). Es evidente una vez más, que en el mundo de lo social, hay pocas cosas que no cambien con el tiempo…

Fuente: https://bit.ly/47m6Iaa

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